martes, 31 de marzo de 2009

OTRA MIRADA PARA OTRA ECONOMÍA.

OTRA MIRADA PARA OTRA ECONOMÍA. UNA APROXIMACIÓN A PARTIR DE LA SOCIOLOGÍA DE LAS AUSENCIAS Y LA SOCIOLOGÍA DE LAS EMERGENCIAS.

Ariel Fontecoba


El paradigma dominante de las Ciencias Sociales

En las ciencias sociales occidentales predomina el paradigma positivista según el cual la realidad social responde a leyes. Que la realidad social responda a leyes significa que la misma está regida por patrones universales, es decir, regularidades válidas para todo tiempo y lugar. Esta es la noción de objetividad que gobierna a las ciencias sociales occidentales. Es una concepción determinista. En cualquier tiempo o lugar en que se den similares condiciones, llamadas causas, deberán producirse las mismas consecuencias o efectos. A esta relación por la cual las mismas causas producen similares efectos, la ciencia positivista la denomina ley. En condiciones ideales, las ciencias sociales deberían poder descubrir la totalidad de las leyes que rigen el comportamiento social. En tal caso, todo fenómeno social, todo comportamiento individual o colectivo podría ser predicho, anticipando hasta el último detalle de su evolución. Si ello fuera realmente así, si la concepción positivista y determinista de la ciencia estuviera en lo cierto ¿qué lugar ocuparían las personas, los seres humanos? Los seres humanos serían considerados como cosas, como objetos cuyas acciones están condicionadas rígidamente por leyes sociales que no pueden modificar y que los dominan absolutamente. El problema con esta idea de ciencia social es que la sociedad termina asemejándose a un mecanismo de relojería y las personas que la integran hacen las veces de piezas de este reloj. No hay posibilidad de pensar el cambio o, en el mejor de los casos, el cambio ya está calculado, como resultado de la evolución de las leyes que rigen el comportamiento humano.

Los presupuestos culturales de la ciencia y la racionalidad occidental

Esto es a lo que se refiere Sousa Santos cuando afirma que las ciencias sociales producen una “desmoralización de la voluntad de transformación social”. La acción, la voluntad, las intenciones de los seres humanos están fuertemente determinados por las condiciones sociales objetivas. Éste, dirá el autor, es un presupuesto cultural de la ciencia occidental que no comparten, por ejemplo, las culturas orientales. El contexto socio-cultural en el que se desarrollan las ciencias condiciona ciertos postulados que son asumidos por ellas en forma acrítica. Esta concepción de la ciencia occidental y eurocéntrica se deriva, entonces, de un tipo de racionalidad particular que Sousa Santos llama “Razón Indolente”. Se trata de un tipo particular de racionalidad que produce dos efectos, por un lado, “contrae el presente” y, por el otro, “expande el futuro”. Para distinguir estos dos procesos, Sousa Santos denomina “Razón Metonímica” al primero, y “Razón Proléptica” al segundo.

Razón Metonímica y Razón Proléptica

La razón metonímica contrae el presente al tomar “la parte por el todo”. Tomar la parte por el todo significa que las ciencias sociales construyen una representación homogénea de la totalidad social. La sociedad es conceptualizada como un todo compuesto por partes idénticas. Esto sucede cuando las ciencias sociales, en su vertiente positivista, se embarcan en el descubrimiento de leyes que rigen la evolución de las sociedades. La sociedad en su totalidad es representada como un mecanismo en el que cada parte cumple un rol o función que es determinada por estas regularidades o leyes sociales. Todo lo que no encaje con esta imagen, dirá Sousa Santos, no será tomado en cuenta por las ciencias sociales. De esta forma, el presente, nuestra realidad social, queda contraída, reducida a una serie de parámetros bien definidos que no pueden ser evitados o transformados. Por lo general, las totalizaciones homogeneizantes que efectúa la razón metonímica funcionan a través de dicotomías jerárquicas: hombre/mujer, negro/blanco, centro/periferia, etc. Toda relación social que no responda a estos pares de términos, a estas relaciones binarias en la que uno de los elementos domina al otro: el hombre a la mujer, el blanco al negro, el centro a la periferia; toda experiencia social que no se ajuste a estos patrones no es tenida en cuenta, es desechada.
La razón proléptica, por su parte, expande el futuro infinitamente. Esto sucede cuando las ciencias sociales definen un futuro cuyo desarrollo no difiere del presente, sino que lo prolonga, lo expande. Esto, al igual que en el caso anterior, responde también a la representación legaliforme de la sociedad que construyen las ciencias sociales. Si la sociedad es gobernada por leyes universales y necesarias, entonces, mientras rijan estas leyes, todo tiempo futuro no será más que una reproducción del tiempo presente. Tendremos un tiempo lineal y evolutivo, un tiempo en el que, mientras se mantengan los mismos factores causales, tendremos los mismos efectos o resultados.

La Sociología de las Ausencias y la Sociología de las Emergencias

Para contrarrestar estas taras de las ciencias sociales, el autor propone una estrategia que invierta los términos en que se basan sus presupuestos epistemológicos. Es así como va a proponer “expandir el presente” para combatir a la razón metonímica y “contraer el futuro” para luchar contra la razón proléptica.
Expandir el presente implica postular que la realidad social, el mundo social del que formamos parte, es un mundo diverso, rico, amplio, en el que coexisten múltiples experiencias sociales de distinto tipo, con diferentes cualidades. Esta estrategia de expandir el presente en toda su diversidad y riqueza se realiza por medio de lo que Sousa Santos llama una “Sociología de las Ausencias”. La sociología de las ausencias se propone demostrar que “lo que no existe es producido como no existente” por las ciencias sociales hegemónicas. En este sentido, la sociología de las ausencias es una práctica reflexiva que transgrede los cánones establecidos de las ciencias sociales mostrando otras alternativas generalmente ignoradas por ellas. La sociología de las ausencias visibiliza, “transforma los objetos ausentes en objetos presentes” y, por lo tanto, expande el presente, lo muestra en toda su riqueza, en toda su multiplicidad.
El autor menciona cinco modos de producción de ausencias por parte de las ciencias sociales. Particularmente nos interesa aquel que denomina como “Monocultura del productivismo capitalista”.Este modo de producción de ausencias mide a toda experiencia económica bajo una misma lógica productiva, aquella que mide la productividad o el crecimiento económico de una unidad económica en un ciclo de producción. Un ejemplo de esto es el PBI (Producto Bruto Interno). El PBI mide el valor de los bienes y servicios que se producen en la economía de un país en un año. Cualquier experiencia económica que no logre maximizar sus rendimientos dentro de este período es considerada como improductiva o antieconómica, o bien es representada negativamente, como una unidad económica descapitalizada. Pensemos en los micro-emprendimientos, está probado que la mayoría de ellos necesitan tiempos mucho más prolongados para lograr una dinámica que les permita auto-sustentarse. Bajo la óptica del PBI o del “crecimiento”, la mayoría de ellos serían improductivos. Lo mismo podría decirse de cualquier otra unidad económica que siga una dinámica no lineal o no acumulativa. En este sentido, la recuperación de las experiencias productivas desperdiciadas por la monocultura del productivismo capitalista se logra mediante lo que el autor denomina “Ecología de las productividades”. Se trata de un tipo de reflexión que incorpora diferentes lógicas económicas, no solamente la capitalista. De esta manera, puede revalorizar otras realidades, otras experiencias regidas por dinámicas singulares, que no respondan necesariamente a un tiempo lineal o a una lógica de acumulación crematística.
Por su parte, la estrategia de contraer el futuro para combatir a la razón proléptica es desempeñada por la “Sociología de las Emergencias”.El futuro se contrae en la medida en que otras posibilidades, otros escenarios, son abiertos como desarrollos alternativos de la realidad actual, presente. Esto se logra en la medida en que busquemos pistas, señales, latencias, que existen en el presente y que pueden dar lugar a un futuro diferente. Generalmente, estas experiencias alternativas son desacreditadas por las ciencias sociales ya que constituyen embriones, realidades emergentes que no se ajustan a las representaciones hegemónicas de la realidad social que sostienen estas ciencias. La operación opuesta, entonces, consistiría en otorgar credibilidad social a lo que está emergiendo, pero todavía no posee las condiciones suficientes como para sustentarse o expandirse por sí mismo. En este sentido, la sociología de las emergencias se apoya en la expansión del presente efectuada por la sociología de las ausencias, es decir, toma las experiencias que son visibilizadas por ella y las proyecta hacia un futuro posible pero que todavía no existe como realidad. Mientras que la sociología de las ausencias produce “experiencias disponibles”, la sociología de las emergencias realiza una “ampliación simbólica” de las mismas que nos permite contar con “experiencias posibles” que abren un futuro concreto y alternativo.

¿Cómo interpretar a las formas económicas alternativas?

A partir de este punto se plantea la cuestión de cómo conceptuar a las experiencias prácticas de organización económica que presentan características alternativas. En principio, debemos señalar algunos rasgos comunes a todas estas iniciativas. Como afirma Sousa Santos, se trata de experiencias que no tratan de reemplazar al sistema capitalista como totalidad, es decir, no conllevan aún una alternativa comprehensiva de organización económica a nivel micro y macro social basada en criterios anticapitalistas. Sí, en cambio, tienen la potencialidad como para crear espacios socio-económicos acotados en los que predominan principios de igualdad, solidaridad o respeto por el medio ambiente, bajo diferentes modalidades y con distinta intensidad. En este sentido, podemos decir, junto con el autor, que tienen la fuerza suficiente como para dificultar la reproducción del sistema capitalista en forma parcial. Son formas de resistencia acotada, generalmente local, pero con diversos grados de efectividad. No se trata, por lo tanto, de nuevos modos de producción que reemplacen al sistema capitalista. Sin embargo, como destaca Sousa Santos, generan efectos emancipatorios en otro sentido. En primer lugar, a nivel individual, dado que estas iniciativas suelen implicar cambios importantes en las condiciones de vida material y subjetiva de los actores. En segundo lugar, a nivel societal, ya que la difusión de experiencias alternativas exitosas amplía el espectro de lo posible, mostrando y legitimando otras formas de organización económico-social, que se tornan así creíbles.
Por otra parte, estas iniciativas económicas deben ser capaces de mantener y reproducir sus rasgos anti-sistémicos, al tiempo que deben lograr ser viables y sustentables, dentro de las reglas de juego del modo de producción capitalista. Esta tensión entre el potencial emancipatorio y la sustentabilidad económica de las experiencias le otorgan un carácter embrionario, e implican generalmente que deban soportar distintos grados de inestabilidad. No son “islas” de una economía solidaria pura, sino emprendimientos que tienen relaciones con mercados locales y nacionales, que deben garantizar la reproducción material de sus miembros sin perder sus atributos diferenciales. En definitiva, como afirma Sousa Santos, son “alternativas suficientemente utópicas como para implicar un desafío al status quo y suficientemente reales como para no ser fácilmente descartables por ser inviables”.
Para una sociología de las emergencias, estas características de las experiencias de economía solidaria suponen prestar atención simultáneamente a la viabilidad y al potencial emancipatorio de las mismas. Si se insistiera demasiado en la viabilidad en detrimento de los rasgos disruptivos, se correría el riesgo de reproducir los defectos de la razón indolente, reduciendo la realidad a las modalidades dominantes de existencia social y aceptando los valores que impone el sistema capitalista. A su vez, si se juzgara a estas iniciativas solamente en función de su radicalidad, se corre el riesgo opuesto de practicar un “fundamentalismo de lo alternativo”, lo cual nos llevaría a descartar aquellas experiencias que conllevan transformaciones graduales y que tienen que asumir algún grado de compromiso con el sistema dominante para poder sobrevivir. De lo que se trata, en realidad, es de sostener la tensión entre la sustentabilidad y la radicalidad socio-económica de los emprendimientos solidarios, amplificando y desarrollando sus rasgos emancipatorios, haciéndolos más visibles y creíbles.

Bibliografía consultada

Sousa Santos, Boaventura y Rodríguez, César (2007): “Para ampliar el canon de la producción”, en Revista Otra Economía, Vol. I, Núm. 1.

Sousa Santos, Boaventura (2006): Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social, CLACSO, Bs. As.